sábado, 30 de octubre de 2010

Petit Moulin


Cada paso le costaba un mundo y esperaba que al menos la mancha negra que perseguía estuviera sufriendo lo mismo que él. La respiración la tenía entrecortada y la sensación de ahogo aumentaba por momentos. Nunca había pensado que fuera tan difícil mantener los ojos abiertos bajo la lluvia, aunque tampoco había visto llover con tanta intensidad...
Sin embargo, el suplicio duró poco tiempo. Se guareció bajo un toldo, y pese a los gritos de la dependienta instándole a meterse en el establecimiento, intentó concentrarse en los movimientos del que perseguía.
Éste se había detenido ante una cafetería, mirando un cartel borgoña y unas letras blancas y brillantes que rezaban “Petit Moulin”. Tras inspirar hondo unas cuantas veces, subió el escalón y susurró algo en la oreja al negro que había dispuesto para abrirle, el cual, confuso, le invitó a cambiar la ya aminorada lluvia por el perfumado escarlata.

jueves, 21 de octubre de 2010

Con duendes en mi barba


Hay duendes en sus ojos que viven de mirar.
Pasan su jornada girando la luz desconocida por sus iris
Y volando milochas sin cielo en su nariz.
Su noche comparece a oscuras al cerrar sus parpados.
Su día llama a telas en los relámpagos.
Pasan el recreo sonrosado columpiándose en pestañas
Y comen frutas rubias del cabello y postres de legañas.

Un lagrimal feliz.
Ni una lágrima hace falta.
Me escapo en tu sueño a dormir
Con duendes en mi barba.

-Dimas- también conocido como “Campeondelanzamientodeborsalinos”

viernes, 8 de octubre de 2010

Cuando quise decir.


Todas esas veces que levantamos la cabeza, pedimos la hora y en realidad queríamos decir: “Cásate conmigo, tengo un coche ahí afuera, mañana al amanecer estaremos en la iluminada Las Vegas”

Todas esas veces que agachamos la cabeza con un: “Perdona”, “Lo siento, amigo” y queríamos decir: “que te follen! … y date por aludido”

Todas esas veces que dijimos: “no voy a beber más y realmente lo pensamos de verdad durante unas centésimas de segundo. Y beatos con resaca, nos lo creímos”

Esa vez que le dije a un niño: “bebe con moderación hasta que pierdas el sentido”

Todas esas veces que llegamos a casa en vertical y tarde.
Y de puntillas y mientras nos desnudamos en la cocina
A la conocida oscuridad queríamos insultar todavía:
“He pasado la mejor noche que sigue viva
Y vosotros aquí durmiendo boca arriba”
Y no pudimos…. por no despertar a nadie
Y menos a la realidad, que siempre se encuentra a la vuelta de la esquina.
Pero el corazón desperdigado, uno de tan pocos, seguía igual.

Todas esas veces que pensé en decirte “Te quiero, pequeña” y se quedó en “Encantado. Me llamo Dimas, que bien se ve el mundo desde la ventanilla del tren, si te fijas.”

Todas esas veces que mentimos para decir la verdad de los que nos oyen porque a si es más limpia la acerada espada de mentirnos a nosotros mismos.

Todas esas veces que le contamos secretos a las cosas inertes sin saber que ellas vivirán demasiado tiempo y se las contaran con mucho silencio a cualquiera que pare a descansar su mirar a su lado. Hablo de contenedores consumidos, de huecos de escalera profundos y de buzones sin titulo, bosque de pitas y chumbos o cualquier tronco en flor de relojes, relente vivaz de charcos acabándose y el oído muerto del bastón que sigue en el mismo sitio que lo dejó el abuelo antes de irse. Hablo con las rosas y con quien se esconde o medra en ellas, con los insectos de las macetas y la amapola astral cuando conectan la carambola de las luciérnagas, con la paja en llamas y con tu reflejo de vestido corto acercándose al culo de mi vaso, hablo de mis secretos con mi único secreto.

Todas esas veces que levantamos una lágrima sobre nuestras cabezas
Sin que se nos sospeche llorando y con la mano le damos cuerda lentamente hasta que salga flotando, para decir “adiós” cuando en realidad queríamos decir: “Me quedo para siempre o no te vayas nunca, por favor”

Todas esas veces que perdemos la partida y no podemos matar al quien nos ganó, porque es un delito en algunas culturas o nadie sabe donde conseguir una pistola en este barrio.

Todas esas veces que buscamos el rincón más amplio de nuestras mentes para gritar, para gritar y mover las plantaciones, las ramas altas, sacudir los cañizos, y hasta la última suite panza arriba de los bichos en las briznas de césped. Para tirar al huracán, las hojas, las manzanas nítidas, los nidos vacíos, para producir hondas en el légamo, para hacer sonar fuerte los campanarios, para que huyan lejos los pájaros, todos los pájaros, porque o si no mi grito se los comerá a todos de un bocado.

Tantas veces que disimulo andando lo que puedo volar.

Todas esas veces que los caciques a caballo o los maleantes con flequillo levantaron su pecho sobre el nuestro y no les pude discutir: “No puedes llevarte ese dinero, tiene un valor sentimental”

Todas esas veces que estuve por decirle a la niña de Belén que Mary Popins estaba basada en un personaje real de mi pueblo para que se riera siempre, incluso cuando yo me fuera.

Todo esos “te amo de una forma indecente y de mala manera” de mis sueños normales, de los que nunca acabo de salir porque te encuentro al otro lado y entonces ambos son reales y ambos soñados.

Todas esas cosas que quise decir y que no te he dicho.
Pero un doblón a que las he pensado.

-Dimas- También conocido como “Dimenosenloschistestontos”


A PROPÓSITO DE…


Cuantas cosas se quedan sin decir y son escritas lejos del único lector interesado.
Todos somos receptores de alguna frase que no nos quisieron decir y que anda por ahí firmando cuadernos Foxy.