domingo, 27 de marzo de 2011

Mirando al sur


Los dos permanecieron callados durante poco tiempo. La mujer se sentó en la banqueta, pegada a la mesita de noche, dispuesta a obedecer cualquiera de los mandamientos del moribundo. No se atrevió a coger el libro de encima de su mesita, que había dejado a la mitad desde que la situación de él empeoró; se lo tenía prohibido. Así que no leía, solo miraba fijamente esos ojos negros de hiena, que oscurecían a marchas forzadas toda la estancia.
Al rato, los párpados encerraron tras de sí la fuente de la oscuridad. Sigilosamente se levantó de la banqueta y se dirigió a su lado de la cama. Cogió el libro, fue hacia la ventana y, a través de una pequeña rendija por la que entraba una tímida luz, comenzó a leer. Pero poco duró esa evasión.

- ¿Qué haces ahora, Ángela? - la hiena es un animal carroñero, nocturno por antonomasia, que huele cualquier presa que se moviese aun en tinieblas.
- Nada. Miro cómo cambia la luz. Ha dejado de llover, el sol brilla en todo su esplendor. Hace un día estupendo, ¿no crees? - dijo apretando la cortina hasta que sus manos comenzaron a sangrar de rabia.

jueves, 10 de marzo de 2011

¿Qué pasa al final del Re bemol?


A partir de ahora el tiempo es perecedero
Y el inmortal corazón podrá dejarse morir
Entre hojas o a través del lluvia por fin
Al ver acercarse su entierro.

Ya puedes empezar a llorar, cielo
A partir de ahora sólo podrás besar en el infierno.
Dile al polvo que no sea tímido, que se acerque.
Dile al alma que no caben más quejas, que se cierre.
No volverás a sentir.
Si el amor sólo en lágrimas se pierde.

-Dimas- También conocido como “Midas”