miércoles, 27 de noviembre de 2013

Callados a las otras luces



Nadie entiende lo bien que se duerme
El alma prudente a cal y canto.
Las llaves maestras no abren, me temo,
Corazones maestros en estar bien cerrados.

¿Qué necesidad hay en servir de perchero a puñaladas?
Antes que las alas del candor sirvan para perfumar al batirse mis entrañas,
Que las alimañas del exterior las utilicen de diana.

Yo y mi particular encierro por dentro.
Yo y mis pasillos mal avenidos que no van a ninguna parte
Y que los recorren ciegos, polvo y secretos.
Yo y ningún viento que avíe el silencio.
Yo y la luz que me brota
Que no ha de saber que existen otras.

-Dimas- También conocido "Elmandarinero"

A propósito de... Estos versos hablan tan bien de mí como de cualquier otro por los que los haya podido escribir

miércoles, 30 de octubre de 2013

Puentes en los que tú no estás.



Cosas que ahora te contaría quedan muertas de nacimiento.
Echo de menos que me arropes ante los terremotos.
El puente, en la madrugada, se siente más frío sin ti.
Y en las noches en las que se empieza a derrumbar
ya no te veo al otro lado animándome a seguir corriendo.

Qué difícil es ahora intentar vivir y qué fácil sería dejarse vencer.

Siempre pensé que en las derrotas existía un elixir agridulce
parecido a la morfina que adormece el dolor.
Alivia las punzadas de la batalla
y relaja el tormento que produce la sombra de la muerte.
Y si no estás tú para luchar por el calor de mis mejillas,
¿no sería maravilloso abrazarlo cuanto antes?

miércoles, 23 de octubre de 2013

Bienvenido, Mr Marshall

Esto es muy raro. Normalmente estas cosas no se hacen por aquí. Pero claro, son ingleses, o estadounidenses, o de más lejos. Nos hablan en inglés, eso es lo único que tengo claro. Es complicado. Nos cuesta comunicarnos, y ambas partes hacemos lo posible por hacernos entender. Pero es verme a mí y salen hacia otro compañero o hacia otro corrillo de conversación. Soy un hombre de señas y eso no gusta por allí, parece. Pero es que mi inglés está un poco oxidado, aunque en mi currículum siempre pongo que mi nivel es “excelente”. Nunca se han molestado en comprobarlo. Y aquí estoy, necesitando hablar inglés, pero solo tengo un vocabulario escaso, una pronunciación deficiente y una timidez endémica que hoy no me deja trabajar. ¡Pero es que esta situación es de lo más extraña! No sé cómo comportarme. No paro de mirar a mis compañeros y creo ver en ellos la misma expresión de incómoda incredulidad que me angustia. ¿O este agobio es por la condenada pajarita que siempre me pongo? No sé. Pero esto no es normal.

- Mi amigo... allí... te dirá... - ante mi baile gestual, solo recibo miradas de incomprensión como respuesta. Mi vergüenza, cuando se dan la vuelta en la dirección incorrecta, sale de nuevo a la palestra en forma de mejillas sonrosadas. 

Suelo pensar en mi muerte, eso es verdad. No en cómo sería, en qué sentiría o qué habría después. Lo que me gusta es pensar en mi funeral. Siempre he querido que lloviera ese día, para que los trajes negros fuesen más oscuros todavía y para que las lágrimas silenciosas fuesen más inconsolables. Siempre he querido que mi funeral estuviera repleto de gente, de paraguas, de flores tétricas de tan coloridas que fuesen, de nubes que mostraran el respeto que nunca se han atrevido a profesarme. Siempre he querido que la gente estuviera triste, que sufriera. Así debería ser ese día. ¡Y no esto! Estoy pensando en decir a mi familia qué quiero que se haga cuando muera. ¿Se pueden poner esas cosas en los testamentos? ¿La gente tan joven hace testamento? No sé. Pero esto no es normal.


...


viernes, 26 de julio de 2013

Jueves, Brooklyn Este


¿Recuerdas cuando me llevabas a la playa
A comer paella 
y a que me olvidara de toda aquella mierda?

De la niña que por su enfermedad,
Había envejecido sesenta años o más
Y se le había rizado y encanecido el pelo,
Y ahora alimentaba a palomas tumorosas
Que se dejaban caer junto al sol mediano de Brooklyn
Por las ventanas, de par en par abiertas, de su piso.

Nunca debió levantarse la falda
Y enseñarnos sus nalgas.
Que el cáncer de ovarios
Le haya ridiculizado el culo
No es razón suficiente para que yo no pueda
Olvidar el contraste entre aquella piel sin vida
Y el mejor de sus rosas y fosforitos tangas.

Después de creer que éramos sus confidentes,
Nos bajó a aquella putrefacta y encharcada cochera
Donde daba de mamar a su hijo.
Un niño que era como un viscoso líquido
Que cambiaba continuamente de forma
Y que tan de pronto era un grupo de ratas
Que saltaban a tus espaldas, sonrientes,
Como con el síndrome de Angelman,
Que tan pronto era la hipnótica luz
De una voz fluorescente.

 ¿Crees que podré untar la suficiente arena en mis ojos
Como para olvidar a aquella chica morena y gorda
Que iba vestida de “Lobezna”
Y que entró en nuestra recién adquirida tienda
Con bolígrafos y utensilios de cocina como garras?


 Aun me meo en las rodillas y me dan arcadas
Cuando me acuerdo de cómo hizo vibrar
El doble acristalamiento de nuestros nuevos escaparates
Con su ronca respiración de ecuatoriana elefante.
Almacenaba todo el sudor de sus ingles
Como si fuera el agua de una presa
En sus mallas desconsideradamente ajustadas.

¡Entró al establecimiento a retarnos!
¡¿Por qué?!
¡¿Cómo iba a saber ella lo que hacíamos allí con los niños?!
Primero os tumbó a vosotros con un solo empujón
De aquellos brazos blandengues
Creyéndose una justiciera de tebeo.
Luego, tuve que coger yo el cuchillo de sierra
Más largo e italiano que teníamos
Y desarmarla de todos aquellos
Bolis Bic/Garras,
Mirándola fijamente a su considerable bigote.

Forcejeó conmigo hasta que conseguí inmovilizarla
Y lanzarla a un colchón recién llegado,
Que llevaba aún el plástico
Y que había en la esquina con otros trastos.
Y ¡Rediós! ¡Luego quiso besarme!
¡¿Qué coño se le pasaría a aquella engendra
Por la cabeza?!
¡O vienes a matarme o vienes a quererme!

Sé que el sonido de las olas es terapéutico
No paran de repetirlo en la teletienda y lo he leído en folletos
¿Pero qué me dices de aquel chef de metanfetamina
Que había dejado, por otra parte su excelentísima labor, a un lado
Para superar un cáncer pulmonar junto a su suntuosa familia?
La mujer demasiado experta y obsesa
El primogénito, patizambo y retrasado
Y la dulce niña recién nacida
Que no tenia ni idea de lo que se le venia encima.

¡Aquel tío, vino a cocinarnos caracoles
Según marca el estilo de El Paso
A nuestra casa de campo, Charlie
Y acabó mezclando meta con salsa de tomate
Y haciéndose rayas con eso
Delante de los niños que teníamos como efebos
Y de mi libro preferido de Bukowski!

¡¿Qué ejemplo se supone que les estás dando a los chicos?!
¡¿Pero que coño…?!
¡¿No llevabas una larga temporada condenadamente limpio?!
Así que la Guardia Civil no tardó en venir a husmear
Alertada por el olor a picante y químicos
Que salía en columna desde nuestra cocina.

Pero la peor de todos los momentos, Charly,
El que tendré que rezar para que se meta el solo
Bajo todas las cabriolas azulverdosas del mar,
Es el recuerdo de aquella chica que llevaba pantalones cortos
Bajo el vestido de verano.
Siempre me daba un nombre imaginativamente
Y verdaderamente falso
Cada vez que le preguntaba.
Se largó con los que la trajeron
Cuando me hubo ganado a todo tipo de juegos de cartas.
¡Ojalá ese lunar informe que señalaba su cadera
La devore hasta las cejas y me inviten a la fiesta!

-Dimas- También conocido como "Michiguito"



lunes, 8 de julio de 2013

Soñad, insensatos.

Tras dejar atrás el tono tenue del adormilamiento, cayó en la oscuridad más absoluta del sueño. Era aquí cuando, normalmente, ya no podía dar marcha atrás, y tanto sus pensamientos como sus sentimientos afloraban y circulaban a su antojo. Y esta vez no fue una excepción. Fue todo un desbordamiento, con un incierto orden, pero orden al fin y al cabo.
Soñó sólo con un día perfecto, luego con todas las tardes de domingo.
Soñó con muchas chicas con forma de cisne, con un humanizado gato y su pareja blanca en segundo plano.
Soñó -y sintió- un dolor de cabeza, seguido de otro menos intenso.
Soñó con espirotosas relaciones, y con otras rociadas de agua helada.
Soñó con su música preferida, y con otra que no lo era tanto.
Soñó con el único animal que le parecía bonito.
Soñó en blanco y negro, y también en metrocolor -que no era tan brillante como el technicolor, pero con el que le bastaba-.
Soñó con la Gardner sin reconocer su bellísima cara, aunque olió que era ella.
Soñó sin efectos especiales, y con otros efectos que estaban por inventarse.
Soñó con unos ojos violetas, que nunca antes había contemplado, con la sensación de que nunca más los iba a volver a ver.
Soñó con el casi inapreciable erizamiento de unos pezones a través de una camiseta poco ceñida.
Soñó con sonrisas dentadas del revés, acompañadas de carcajadas, acompañadas de lágrimas alegres inconsolables.
Soñó con la primera ventana minúscula, algo que le costó más con la última, pese a que podía reconocer sin dudar el paisaje anaranjado con el que bañaba la habitación.
Soñó con las crisis de identidad, si es que se puede soñar al menos con una de ellas.
Soñó con La Melancolía, que era una auténtica zorra con apariencia de mujer, pero que en realidad era un hombre, o vestía como uno.
Soñó con Su Melancolía, y decidió huir de ella, no con el mismo estilo de aquel noble de la campiña inglesa que lo hizo al oír el lejano aleteo del Amor. No. Se enfrentaría cara a cara con su más íntimo interior. A fin de cuentas, la melancolía, cualquier melancolía, la suya también, era más una enfermedad que un estado grisáceo del alma, como lo era el amor, cualquier amor.



sábado, 11 de mayo de 2013

Los más ligeros golpes de viento en el vestido

No he aprendido nada en este tiempo.
No sé como, ni en que momento,
hay que ser un vulgar caballero.
Dejar que pasen primero,
Decir que han venido guapas,
Que tienen algo diferente en el pelo.
No sé cuando necesitan que las coja de la mano en el paseo a casa,
cuando no les va a hacer gracia que ponga lo que yo quiera en la tele
O que no vaya a verlas porque estoy de resaca.

Pero si sé quedarme quieto,
sentado y contemplarlas,
y beber cervezas mientras bailan,
y me hacen feliz,
y a todo bicho viviente que se encuentre allí,
en su radio de visión y de vileza,
a los que se les hace imposible ignorarlas
y sacan su paquete de tabaco
con el deseo de que el humo copie sus formas y su rastro
y tengan para ellos, lo que creo tener yo:

Una belleza que conforma deshacerse y asciende,
que se consume cuando el más ligero golpe de viento se acerca
y tu respiración se acelera
y que no dejan más que huellas amarillentas en tu piel con el pasar de los pasos
y el sabor en tu boca de haber estado.

-Dimas- También conocido como "Eltipoalquenoseleentiendelacarasinbarba" 

A propósito de... Queridos lectores indigentes no dejen nunca de no hacer nada mientras toman cerveza en sofás o barras y ven y observan y contemplan 

jueves, 18 de abril de 2013

Inspire, espire


  • - ¿Para qué? ¿Para qué leer libros, si me cuesta imaginar que puedo vivir dentro de ellos por un momento? ¿Para qué escribir, si nadie más que yo lo va a leer? ¿Para qué seguir? ¿Para qué alimentarme, si nadie me va a comer? ¿Para qué salir de casa, si mis sábanas se esfuerzan por reconfortarme sin que se lo pida? ¿Para qué? -estaba a punto de llorar hacia el cielo. Siempre había pensado que era mejor tener la cabeza gacha en los buenos momentos, y alta en los malos.
    - ¿Tú? ¿Eres tú el que se pregunta eso, así, de esa manera tan grandilocuente? –le contestó una voz lejana, con un deje de incredulidad, procedente del bosquejo de bosque, el mismo que se podía ver, a lo lejos, desde aquel caserón en el que se encontraba.
    - ¡Yo! ¿Es que no tengo derecho? -el temblor de piernas no afectó a su discurso, vehemente por lo demás.
    - No te pongas trascendental. No me hagas reír.
    - ¿Es que no tengo derecho? -volvió a preguntar a la umbría. Su tono había cambiado completamente. Una súplica se había escapado entre sus dientes. Intentó disimularla.
    - No. Para morir, vivís para morir sufriendo, para sufrir viviendo. Eres, sois, mejor dicho, unos sufridores y, por ello, unos héroes. No tienes derecho, los héroes no se quejan. Ellos combaten, sufren, pasan a la (mi) posteridad. Y siempre mueren.
    - He intentado entenderte toda mi vida, creéme, pero cada vez entiendo más a los que no quieren entenderte, puedan o no -contestó dándose la vuelta, dando la espalda al ramaje.
    - ¡Oh, amigo mío! La comprensión os hará libres -ahora el grandilocuente era el otro.
    - Eso no es lo que decías antes -se quejó amargamente el quejicoso. 

    No obtuvo respuesta. La umbría desapareció, el sol consiguió al fin atravesar la espesura y la grandilocuencia no volvió a aparecerse. Todo ahora era de un cálido color a septiembre.

    Atravesó el jardín con la cabeza alta, dirigiéndose hacia la puerta trasera del caserón, el mismo que no le traía más que recuerdos lastimeros y olor a lavanda. Empezó a toser. Intentaba coger aire, respirar profundo. Pero siguió tosiendo. No se le llenaban los pulmones. Lo notaba, lo sufría. Se estaba ahogando con la sensación de que nunca podría desembarazarse de ese cochambroso intento de vida.




martes, 9 de abril de 2013

Pobre princesa atrapada



Cris se retuerce en la oscuridad de los antros
como los pensamientos dentro de los ojos cerrados.

Frente a las botellas, en la pista,
los punkis la miran como si sus labios pintados
fueran una moneda ardiendo en el fondo del río,
un diablo cristalino.

Sus uñas descuidadas pero brillantes
atemperan y destejen el espeso aire
y son como espíritus ilusionados
con recorrer, con subir y bajar
el bosque de humo recién nacido
que sale de la máquina de los bocadillos.

Cuando libera el pelo,
su cabello ennegrece nuestra respiración
y llueve como ceniza
sobre los callejones desiertos
donde los gatos nos miran
y los mendigos sintonizan su transistor.

Acaba de recibir el apolillado y mensual dinero de sus padres.
Ha ascendido en el trabajo,
no le sirven el café
pero la dejan llegar un poco tarde y comer con los delegados.
Las camareras lesbianas le pagan los tragos
y sonríen con los labios
cuando ella las mira fijamente y lo bebe
e intenta ocultar la cara de amargo.

A los gitanos y los hipsters
de los clubes en los que coincidimos
los tiene tristes y semanalmente enamorados,
colgando sus chaquetas cerca
por pasar por su lado
y solo continuamente
avivando la helada de primavera
que hubo cuando se le rajó el vestido por las espalda
este señalado diciembre.

Lo tiene todo:
viajes a Perú pagados,
un perro de aguas majo,
y un novio soldado.
Razono desde esta barra
Por qué iba a hacerle yo falta.
Pobre princesa atrapada,
nunca saldrá de mí.

-Dimas- También conocido por "EltipoquesegastóeldinerodecomerparalaentradadelViña"

A propósito de...  Todos odiamos y queremos a esta chica