miércoles, 29 de diciembre de 2010

Yo sabía que no era bueno...

Yo sabía que no era bueno mirar eso que no quería ver.
Yo sabía que no era bueno echar de menos eso que quería echar de más.

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Yo quería dejar de soñar o volcarme en mis sueños para siempre, pero no mantenerme entre Suiza y Budapest, sin saber hacia donde tirar.
Yo quería imaginar el tono de mis días y componer mis dialogos de primavera:

- Creo que me gustas.
* Yo también pero...
- Ya, calla..
* Bésame.

Y entonces dejé Budapest y regresé a Suiza y nunca supe si le llegué a besar.

lunes, 27 de diciembre de 2010

El sonido del sedal


Ahora que el pez se me había escapado en el último momento
Y volvía río arriba al sueño de agua de donde vino,
Él sacaba con cada aleteo de despedida un color nuevo a sus escamas
Y yo por fin veía a un joven de veintiún años sonreír
En lo que parecían las ventanas de un tren final a las nueve de la noche.
No me preocupa que me olvide.
Él siempre tendrá mi cebo
Y yo el sedal con la que casi todo salió bien.

-Dimas- También conocido como "FindingNemo"

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Por propia voluntad


- ¿Recuerdas las mañanas frescas de primavera y su albor fulgurando en la hierba? ¿Recuerdas aquellas tardes de verano, cargadas de agua, tierra y libertad? ¿Recuerdas las hojas cayendo al otro lado de la ventana, hinchándose hasta parecer esponjosas? ¿Y qué hay de las obligadas siestas invernales?
- Sí, lo recuerdo, ¿por qué lo di...?
- ¿Y recuerdas la riña que tuvimos con aquellos maleantes que vinieron de detrás del sol? ¿Recuerdas las naranjas estallando en sus cabezas? ¿Llegaste a diferenciar el crepúsculo de los gajos despedazados? ¿Y el contraataque que le siguió?
- Sí, lo recuerdo, ¿por qué lo dices?
- ¿Serías capaz de olvidar algo por propia voluntad?
- No sé. Sí, si me dices cómo.
- Te lo diré. Pero antes yo tengo que acabar con él.
- ¿Con quién?
- Conmigo, con lo que queda de aquel que vivió todo eso.
- ¿Por qué?
- Ya es hora.
- ¿Y yo?
- También vas a acabar con ella, contigo.
- Pero, ¿cómo?... ¿Oye? ¿Sigues ahí?
- Eh...
- ¡Oye!
- Eh... ¿qué? ¡Ah, sí!... acabo de terminar. ¿Me permites?
- ¿Qué hago?
- Sólo asiente con la cabeza cuando dejes de escucharme.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Niños que se pierden en la nieve sin su silbato (Ensayo sobre la quietud necesitada)


Debe haber caído algo.
Algo, de algún lugar lejano perdido allí arriba.
Debe haber caído y dado de lleno contra el aburrido pavimento
Y los tenderetes cuidadosamente descolocados de los patios andaluces.
Porque las pinzas están en el suelo
Y todo se ha parado.

El ruido de sirenas no puede sonar alterado en un solo momento.
Ni tierna la brisa tecleando mis pestañas justo en el mismo.
Las olas arrellanadas entre el agua y el caballo de burbujas
No rugirán si no las empujan a asomarse a los porches del bulevar.
Todo esto y lo demás se ha quedado muy quieto.
Como si ya fuera por fin la hora de descansar.
Incluso la barba me ha dejado de crecer en esto.
Aun así el sol la pone pelirroja cuando puede.

Los peatones en la misma postura en la que los abandonó el tiempo.
Todos parecen estar ganando a la gallinita ciega
O perdiendo al escondite.

Pienso en las novias prometidas cogiéndose el vestido de la punta en la aldea.
Es un desastre que no tengan un aniversario que puedan celebrar.
O en los insectos, los abuelos o las estaciones,
Ya no tendrán una época del año.

Recorro la ciudad en busca de detalles brillantes.
De puntos despiertos.
De un lugar que huela con fuerza a caderas bajando las escaleras con prisa.
Pero siempre resulta ser agua turbia yéndose por los lavabos abiertos
O miel reposada entre una cucharada y unos carnosos labios.

Me han dejado vivo
Y salto por encima de los coches
Y machaco su chapa cada vez con unos zapatos distintos
Pero con el mismo silbido estridente.
Apedreo las casas de los chicos que me pegaban en el instituto
Y bailo con las chicas más guapas del parque que miran con delicadeza hacia el suelo y que no saben que sus chorbos no van a llegar.
A veces las miro con pena y recojo poco a poco sus faldas de colores hacia atrás y hago lo que ellas esperaban en sus citas.
Todo eso mientras ocurre el silencio y cubro récords mundiales de patinaje sin que nadie sepa cuantas trampas hago, ni si me marcho sin pagar.

Pese a lo que seguro están soñando esas cabezas inermes que observan a todas horas desde su quietud. No suelo aburrirme.
Hoy, por ejemplo, durante todo el atardecer,
He estado gritando como un animal
Desde los self service de la costa
Hasta el sabueso astado que muerde la pineda con ojos y fauces de fosfato.
Desde “La Calle de Arriba” hasta la glorieta del origami.
Me destrocé la garganta con palabras inútiles hasta que noté el sabor a sangre
Y metálicas las encías,
Y ni las palomas negras de la plaza estaban hoy temerosas de ello.

Juego a las trompas durante horas porque no sé lanzarlas
En charcos de una lluvia que se quedó a la mitad
Robo en las tiendas tapetes de mesa y collares de tela
Para mi chica quieta
Y uso de colillero y almacén de drogas el escote de la alcaldesa.

No puedo descolocar las nubes
Porque no llego.
Pero si pudiera, cogería mis preferidas,
Las del atardecer rojo tras una boda en los semáforos
Y las pondría en nuestro cuarto.
No lo tomes a mal.
Para que ardiera de una vez.

Le hice un favor a un niño feo
Y lo puse con la reina de su trance
En un baile.
Pero no es justo bajo las luces de la discoteca, ella no lo quiere.
Lo siento, niño enamorado, vas a perder
Incluso cuando estás perdido.
Debiste calarte la chaqueta con estilo y taparte mejor la cara
Cuando tuviste oportunidad.

Intento enseñar mientras desciende el frío sobre mis hombros
A flautistas de la calle lo que siempre quisieron,
A tocar la guitarra como lo haría un viejo vagabundo de verdad.
Pero no aprenden nada y cada vez son menos las monedas en sus fundas.

Firmo los libros de Miguel Ángel Blanca y los entrego en mano a lloricas.
Llevo los repartos de la “Tipo” en una moto puenteada porque eran las llamas más brillantes que había visto jamás en un deposito.
Y les doy conversación a las abuelas que no pueden morir
Y a los amuermados taquilleros.
A demás siempre llego a tiempo para desviar el cañón con el que apuntan los hombres en llamas a sus mujeres en su cama o de mover de los raíles de cercanías, las cabezas apoyadas
Y si no de salvar, por lo menos consolar al potro de la ciénaga de Grimpen.

Sí, todo quieto.
Y sólo tiemblan las pupilas de mi amada.
Revolotean y se limpian como un pájaro en una fuente.
Se agitan como la tarde en las cortinas.
Y esconden algo que sinceramente me diría.
Pero ningún movimiento más.

Solo, como cuando decides que no quieres sentarte con nadie en el tren.

Lo único que me ha preocupado en estas horas, semanas o años
Es que si nada vuelve a funcionar,
Nunca veré nevar.

Entonces me dirijo a las capitales del norte.
Allí, en su último aliento, quizás.

-Dimas- También conocido como "Artísticamentedespistado"


A propósito de... Como me encantan los “¿Y sis…”, ¿Y si de repente se para el tiempo que conocéis y quedara en suspensión? Todos haríais lo que quisieseis y si os dais cuenta eso os convertiría en ladrones, violadores, locos, vengadores, asesinos...
A esto apunta el escrito. De que más vale que todo siga en jodido movimiento porque si no seréis los hijos de puta que de verdad sois o que querríais ser, con este piropo y diciendo que yo también me incluyo, me despido mis queridos lectores indigentes. Muaaak!