lunes, 26 de julio de 2010

PERO MIGUELITO!




Miguelito, es de esas sonrisas que me quedaban por ver.
Tantas como setas en el canasto y ninguna tan blanda y tan sana de comer
Como la de él.
Rayitos de luz que entornan el ojo de Mayo y sus ochos,
Vellón de pestañas, que zurce aún más el “Hogar, dulce, hogar”
En la esquina de la cabaña.
Colas de nubes que no están por volver
Desde que a mi espalda te subes
Como sólo le dejaría a un cascabel.

Miguelito, es la china que agota la mano que da al escondite.
Es los dedos que abres para ver donde se esconden.
Los números que te hacen recitar desde la pared hasta el cero.
Es un llegar y salvar: “Por mi y por todos mis compañeros”.
Unos patines bien atados y nuevos cuesta abajo por su altitud.
“Se empieza la carrera desde los adoquines del Nº1 de la calle vieja.”
Calle de la Juventud.

Es un grano de arroz moreno que se presenta por desconocido.
Cada vez más pequeñito, se da a conocer en el mundillo:
“Estos son mis cojones, sí, ya, tan grandes como melones.
Mi pañal hasta los bordes, si, ya, es eso a lo que hueles después de mis cojones.
Y cierra la boca, que esta es la mía y está hecha a los pezones que yo diga
Si, ya, sólo yo y mi tío estamos bendecidos a mamar de señoritas
Desde que nacimos”

Miguelito, es el que trajo una fuente con tantas monedas como aguantaba su corriente.
En vez de una barra de pan trajo la harina y el trigo,
“Que si hay que darle de comer al molino
Sea yo el que lo giro”.
Y un grillo y la flor sin permiso, la más guapa que nadie ha conocido
Por la que el herrero colgó el mandil y dejó el martillo.
El Flipao, es una tarde de parque y después de la mano a la pastelería
Es un globo codiciado por el globero y los niños del vecindario
Es, si lo tensas bien de los dos lados, un buen lazo.

Es la senda donde Hansel nunca abandonaría a Gretel.
Es la vuelta a casa de la chica que se hizo una caperucita con la piel de un lobo y la tiñó de rojo en la pila de su abuelita.
Son unas botas que te quedarían bien si fueras un gato
O un niño bendecido por un pellizco del hada azul y sacado de un árbol.
La pluma que ata la bata de Mamá Gansa.
Es el primer mes que se dejo el pelo Rapunzel crecer.
Es un pequeño granjero levantando un tractor en Kansas,
Cerca de la villa de Los Kent.

Miguelito, son calabazas o pedales de triciclo
Lo que rueda sin punto fijo, ahí arriba, como un acertijo.
Confió en que algún día las señales con el sonajero
Con las palmas o como te venga en gana, Miguelito.
Un día en el que heredes las pajas de mi sombrero
Y otro, en el que te protesten:
“No somos calabazas, ni tenemos nada que ver con el ciclismo.
Ni móviles velando los palos de tu cuna
Ni la nariz de tus peluches
Ni la nana parroquiana-hispano-mejicana que te arrulla.
Somos cayentes y sin duda
Las estrellas sacando la lengua desde el cielo hasta tus ojos aún ciegos
Y seremos tuyas sin remedio.
Sólo extiende el brazo,
Taaanto como puedas hacerlo.”

-Dimas- También conocido como “EltíoDimas”

A PROPÓSITO DE... No os ahorreis el "Ooooh que monada de foto y de bebé" porque la verdad... es una monada jaja

sábado, 17 de julio de 2010

EPITALAMIO



Los años han soltado
En su particular polvo,
Su particular regalo,
Esos animales blancos y hambrientos,
Que creen que lo que queda de fuego,
Esta envuelto.
Pero se que no es así,
Se que aún vegeta en ti
Un afrutado infierno.

El tiempo puede enramar su cesta
Y hacer crecer niños de café dentro,
Que yo estaré aquí siempre,
Como lo están las canciones de amor,
Como lo están los inviernos.
Yo seré una mecha más
Que salio a inmolarse
En tu sabio y zurdo infierno.

Y aunque los libros no te lean igual
Y el alcohol se deshoje en ti tuerto,
Aunque los silencios entre tantas voces
Te tiendan en el Oeste y te hagan parecer muerto.
Siempre tendrás un Sancho, Don Quijote,
Un Sancho al que por amor y ante todo enseñaste
A no estar cuerdo pase lo que pase.

-Dimas- También conocido como "Aquelquepidefuegomientrassebañaenlaplaya"

A PROPÓSITO DE... Incultos, un epitalamio es un poema que se lee en las bodas.
Éste concretamente se leyó en la de mi hermano, fue mi sustituto para llevarle la cola a la novia, para tirar el arroz y para bailar con el novio

miércoles, 7 de julio de 2010

Roídas zapatillas de deporte


Subí la escalerilla y crucé el umbral del avión, esquivando el muro de olor a usado y perfume de rosas recién rociado. Un auxiliar de color me indicó el lugar dónde estaba mi asiento. Tras empujar bruscamente las piernas de dos niños que pataleaban , formando una barrera en el pasillo entre butacas, y tras guiñar un par de ojos a cada lado, encontré mi asiento y me dispuse a poner el maletín en el compartimento de equipaje. Un maletín que tenía agarrado por el asa de la imaginación. Noté cómo la tensión arterial me bajaba y lo último que vi fue el suelo del avión elevándose y acercándose rápidamente hacia mi rostro.

Los sonidos que llenaban el avión -los suspiros de alivio, el jazzístico hilo musical, las palmaditas en la espalda, los niños de antes pataleando los asientos de delante, el padre suspirando agobiado- quedaron silenciados por una voz que reververaba entre los muros de mi mente.

Pocos segundos tardé en emerger del fondo del mar emmoquetado y comprobar que los sonidos recuperaban su cadencia. Sólo entonces fue cuando despegué los párpados: unos intensos ojos azules en el centro, flanqueados por unos zapatos de tacón negros y unas roídas zapatillas de deporte. Los ojos, en primer plano, se sobresaltaron cuando se encontraron con los míos, y se alzaron hacia el cielo. Los zapatos de tacón negros retrocedieron, chocaron con una mochila cuyo dueño no se había molestado en colocar en su debido lugar, y se perdieron en el horizonte. En cambio, fueron las roídas zapatillas de deporte las que se mantuvieron fieles y no perdieron de vista mis ojos ya vacíos de libertad.


NOTA: Zapatillas roídas cortesía del señor Forrest G.