Te
echaré de menos al principio,
no
mucho más.
No
esperaré a que una lluvia amarga
deshaga
como un telón,
o
me de su permiso el suelo
para
enterrar tu apestoso y
florido
cadáver negro.
He
llevado al límite mi dolor.
Lo
he llevado en un triciclo alado.
Ha
viajado más que yo.
Sabe
más que yo.
Reconoce,
como hasta la más inexperta de las navajas lo hace,
que
la sangre puede cambiar
solo
un número determinado de veces de color.
Te
echaré de menos al principio,
solo
al principio,
pero
lo haré bien,
como
se tiene que hacer,
con
la puerta de mi habitación cerrada a las visitas
y
conmigo dentro, esperando a que vengas,
y
que luego,
por mucho ponerle velas y
lagrimas
a los santos que me crean,
no
aparezcas.
Lo
que nos podríamos ahorrar,
Lo
que nos podríamos reír
si
nos olvidáramos, el uno al otro,
a la vez y porque si,
en
un compromiso de desaparición equitativo y cívico.
Pero
no, yo te echaré de menos, desde el final, un poquito.
Y
por mucho que ese romántico
íncipit
no sirva de nada,
me
seque con su comienzo la garganta,
y
me acabe con su inicio,
te
echaré de menos,
al
menos,
al
principio.
-Dimas P.L.- También conocido como Limas