jueves, 8 de enero de 2009

Esbozo # x. El horror de lo inefable. Pt.1

- Vamos Allan, deja ya eso – dijo ella, cansada de verle rumiar en silencio.

- No puedo. No puedo describirlo. El auténtico terror debe ir más allá de nuestra simple concepción de la realidad, debe manifestarse mediante una naturaleza totalmente inhumana, escalofriante, incluso incorpórea, que sea capaz de atacar a nuestra propia mente. El verdadero horror tiene que llegar hasta ella, y destrozar nuestra cordura, ahondar hasta lo más profundo, donde debe destruirla, desmembrarla y sellar su destino con una simple descripción, con la singular manifestación de algo que se escapa a los límites de nuestro entendimiento. Pero soy incapaz de ello.

- ¡Para! Ya me has hablado de todo eso. Parece interesante, ¡de verdad! Pero ni siquiera tú sabes lo que quieres plasmar.

- Pero, ¡¿no me escuchas?! No podrías entenderlo…es algo demasiado…

- ¿Demasiado qué? Me has hablado mucho sobre eso, llevas meses con la idea, y meses con una miserable página escrita…te estás obsesionando Ed. Se está convirtiendo en algo más, y deberías darte cuenta. ¿Por qué una simple historia de terror te puede llegar a causar esto? Fíjate en escritores de la talla de Potocki, ¿realmente son tan detestables?

- No puedo dejarme llevar por el terror de segunda clase: seres repugnantes que si bien no son más que malformaciones de la realidad, lo único que logran es herir nuestra sensibilidad mediante la exageración. ¿Qué es sino la unión entre hombres y lobos, o entre hombres y murciélagos? O si no, el tema de la muerte, explotado hasta la saciedad: zombis, momias, fantasmas…Basan sus relatos en el desconcierto ante lo improbable, lo anormal. Es cierto que algunos son buenos, pero no por la manifestación de esos seres jocosos, sino por su ambientación. Una buena historia de terror debe provocarnos temor al describir únicamente un paisaje fantástico, una situación extraordinaria...Una buena atmósfera debe ser capaz de hacernos estremecer, de descomponernos interiormente. Llámalo terror psicológico.

Paró de replicarme. Lo habíamos discutido tantas veces…Ella sabía que no podía hacer nada contra eso. ¿Me estaba obsesionando? ¡Joder! Soy escritor y no puedo escribir. Tú me entiendes, ¿no Ralph?



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V de esVozo

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