Y comenzó el enfrentamiento:
- Lo sé, pronto, sino ya, seré polvo... polvo que algún día serás.
- Sólo tú y el caballero cruzado me habéis puesto en tantos aprietos – dijo M con una delicada vocecilla.
Tras este breve diálogo, prólogo y epílogo de una muerte cuasi-anunciada, la tierra se estremeció y se abrió bajo sus pies, tragándose a La Blanca Dama y arrastrando tras ella al Señor J, por fin en el lugar en el que casi siempre quiso estar.
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Hace 5 años