lunes, 12 de abril de 2010

Te bailan las aceras a las doce campanadas


Te bailaban las aceras a las doce campanadas,
era el momento en el que juntos pecaban borrachos y hadas.
Hipan segundos al eco de alpargatas de anís,
lentes neblinosas, sonrisas de licor y manchas carmesí.

Doncella soy caballero y cabalgo hacia vuestro apuro,
si de soslayo verso en silencio, despeinado y cauteloso.
No os engañe mi aspecto desaliñado y andrajoso,
taberneros han aliviado más despedidas que saludos.

Ahora mi sino es de un bohemio que erró al tomar camino,
ni tesituras, ni texturas, soy prófugo del descuido.
Mi armadura no acompaña a los placeres que me inclino,
tabernero, ¡una jarra! quiero caer en el olvido.

Que por masacres y batallas fui ante todo conocido,
el más grande de los hombres - decían - jamás vencido.
Más fue una dama quien empuñó contra mi su cometido
y me asestó las más tiernas lecciones en cortante filo.

Atado, amado, perdido...
Tocado, besado, hundido...

1 comentario:

  1. Lo podria haber firmado Don Quijote eh!
    de haber llegado al siglo XX en su caballo
    Es de lo mejor que te he visto, P

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