viernes, 6 de agosto de 2010

La Princesa Prometida


Una mañana más, ella y sus coletas
Se precipitaban por las escaleras de la estación
Hasta oír bien fuerte la respiración
De su destartalado tren a vapor.

Ella se arreglaba la falda y se cruzaba de piernas en el último vagón,
Esperando a que cualquier polilla suelta
Frenara su vuelo en el polvo
Y le diera conversación.

El vagón y su conversación atravesaban
Fulgentes infusiones de tisú, astillas y sol cuando se sentía bien
Y opacos nervios de nimbos de ceniza
Cuando miraba irremediablemente por la ventana.
Pero se hacia camino y habían llegado sus tres amigos.

Pero habíamos quedado con Dios
En que todo viaje tiene su final,
Justamente como éste.
Y sin serenar sus engranajes,
El timonel se introdujo por el mismo túnel de siempre.

Pero las cosas parecían mas quietas de lo normal en la oscuridad
Y la luz subterránea de los pasillos iba y venía,
No sé a donde, ni de donde.
Parpadeaban al igual que los pasajeros,
Que frente a ella desaparecían,
Entrecortando sus palabras
Y aparecían retomándolas de nuevo.

Sus amigos parecían hologramas mal sintonizados
Mirándola con normalidad desde sus asientos.
Ella no podía tener los ojos más abiertos,
Cuando un vapor espeso comenzó a inundar la estancia y sus pulmones
Y un agua negra a hurgar en sus pies.

Había resplandor y sabor de antorcha fuera,
Y salió forzando con lágrimas la puerta corrediza.
Había llegado, no al mismo lugar, pero lo había echo.
Y ningún pasajero más salió con el billete en la mano
Mientras el tren se hundía lentamente y sin permiso
En un sudor maloliente de agua negra.

Delante peces ahogados en ese lago
Y el camino inundado por donde había venido.
Y detrás sillares bien borneados con ardor naranja,
Una compuerta repujada quedaba a la cerrazón.
Macilenta y descompuesta:
“¿Y ahora yo que hago?
¿Dónde empieza la vuelta?”

Entonces claro, igual que apareció el mal atrás,
Apareció su amado.
Bajando como un revisor las nuevas gradas de piedra hasta el andén.
Rayando hasta la chispa con su pulida armadura la pared:
“¿Qué hago yo aquí?
¿De salvar, te tendría que salvar a ti?”

Y que sorpresa no sólo haber cambiado
Su ropa de ir a clase
Por un pomposo y largo vestido sonrosado,
Si no que su hidalgo no fuera el de costumbre,
Si no el que el silencio ha amado:
“No pueden sangrarme las rodillas de rezar por mi héroe
Y que aparezcas tú recitando mis salmos con una espada de gitano.
El caso es que lo eres o no lo eres, pero no quiero que lo seas.
Por el bien de mi confuso corazón y del que me espera de verdad ahí fuera”

Y con sus nuevos zapatos naíf,
Corrió en dirección contraría mientras rosas se colaban por su vestido,
Dejando un perfumado jaral que sonaba a chelo en su camino.
Se introdujo en la corriente y empezó a marchar por donde la habían traído.

“Las ratas lo pensaron antes que yo”
Y arrastraba suciedad amarga por todo el cuerpo.
Sirviéndole de artesa su larga cremallera
Y tocando con los pies perdidos los diferentes posos de la ciénaga.
“¿Qué se creé este nuevo espantapájaros armado y pretendiente, viniendo a recogerme?
¿Cuantas muescas llevará en su muñeca menos que yo y prueba quererme?
Aunque… si me hubiera quedado, ahora tendría amaranto y ronces en ramos.
¿Habrá un perdón para el desatado corazón por la inflorescencia de las manos?”

El caballero olvidado en el tiempo y en la estación:
“Tranquilo, es sólo agua debajo del mar”

Agotada y sin apenas ya pisadas.
Tiznada hasta las orejas y chorreando sus coletas.
Casi pensaba en gritar y despertarse
Cuando algo zigzagueo sus piernas:
“Tranquila, sólo es agua debajo del mar”

Y si en la noche de un túnel se pudiera ver algo a parte de ojos,
Se vería una gran cabeza levantándose barbuda y negra.
Serpenteando con una gran lengua partida.
Hipnotizando a sus pupilas con su pupila amolada de lagarto.
Sonriendo con sus caninos y los hijastros de caninos.
La respiración mecía las coletas y el resuello de la princesa prometida
Y el dragón azabache dijo:
“¿Quién te manda a conocerlo en esta vida?”

Mucho antes del eco de su grito.
Allí donde nada podían hacer los ojos.
Una espada de gitano se desenvaina.

-Dimas- También conocido como “AquelqueconfundióaJudasPriestconMotorheadconBlackSabbathdurantemuchotiempoperoyano”

A PROPÓSITO DE…Bueno, mis queridos lectores indigentes, esta es la valiente historia de uno de esos sueños que tienes en los que estás y no estás dormido.
Como en muchos de mis poemas os dejo que creéis y creáis en un final inventado por vosotros, deliberar, conjeturar y seguid escribiendo mi poema.

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