sábado, 30 de octubre de 2010

Petit Moulin


Cada paso le costaba un mundo y esperaba que al menos la mancha negra que perseguía estuviera sufriendo lo mismo que él. La respiración la tenía entrecortada y la sensación de ahogo aumentaba por momentos. Nunca había pensado que fuera tan difícil mantener los ojos abiertos bajo la lluvia, aunque tampoco había visto llover con tanta intensidad...
Sin embargo, el suplicio duró poco tiempo. Se guareció bajo un toldo, y pese a los gritos de la dependienta instándole a meterse en el establecimiento, intentó concentrarse en los movimientos del que perseguía.
Éste se había detenido ante una cafetería, mirando un cartel borgoña y unas letras blancas y brillantes que rezaban “Petit Moulin”. Tras inspirar hondo unas cuantas veces, subió el escalón y susurró algo en la oreja al negro que había dispuesto para abrirle, el cual, confuso, le invitó a cambiar la ya aminorada lluvia por el perfumado escarlata.

4 comentarios:

  1. Bonito y delicado final...

    conoces a la number 38? esa la has traido tú!

    ResponderEliminar
  2. Deberíamos contratar a una relaciones publicas que los vaya metiendo en vereda y se nos asocie aquí hasta el que enchufe el ordenador para comparar sudocus o buscar cinta de carretero económica

    ResponderEliminar
  3. Si es mía sí, y tú no hables si no entiendes, dimasín

    ResponderEliminar