sábado, 22 de enero de 2011

Una breve historia a través del tiempo, el amor y el sonido a calderilla.


Limpió sus gafas del olor a gónadas
Que le habían dado en esa mina sin rastros de candiles,
Y el médico le propinó un beso en las fontanelas.
“Voy a estar sólo conmigo mucho tiempo
Y ni siquiera dijo buena suerte,
Cuando mi madre me sacó en brazos
De los recién fregados pasillos de maternidad”
Las jirafas de sus muros parecían tomar vida para cabalgar por los azulejos
Y la cera de la que estaba hecho, madurar.

Lo vi en una foto vieja.
El padre una vez tuvo una barba aviesa y era barbero de navaja seca
y de huertos y de una perra llamada Kimba y de jornales justo y de trenzas.
Se ganó la vida como bastardo aprendiendo de jefazos de la capital
Para luego montar aquí un negocio de autobuses y celebrarlo incólume en el bar.
De joven había empezado a contar espigas en vestidos
y dormido bajo las sombras de un carro que le rayaban la camisa.
Yo sólo lo vi una vez entre todos mis sueños de aquella época
Parte de él se lo llevaban los enfermeros robándolo de su silla de siempre
Y la otra es por la que aun cojo higos y los dejo en su abandonada puerta
Por si algún día vuelve
Y se cobra.

En el cartel de los troleros puesto en la plaza pone con arrope
Que sólo me miente para decirme la verdad
Y que el suelo de la cocina era de tierra y se barría con tierra
Que no había sillas suficientes pero si un corral de gallinas locas,
Cerdos cosidos, conejos altivos y ollas de barro con cocido
Y una vieja, que cocinaba día y noche entre montañas de harina
Y filosofía de tienda.
Allí se ponían rojas las mejillas de mi madre
Cuando llegaba el tiempo de recolectar las manzanas
Allí cosió su minifalda azul.

En fin, el James Dean del serrín conoce a la Heidi de los medicamentos
Justo al bajar de la pradera.
Y me tienen a mí y a dos más,
Entre libros que a mi entender siempre han sido antiguos
y mantas traviesas de la siesta del último viaje juntos.
Lejos de los sombreros de paja de San Antonio.
Donde abusan de tu solapa las flores sinceras
Y tus pies reconocen a primera vista su vocación de pez cuando los hundes en las charcas.

Pero ahora no hay tantos espejos en casa del cristalero
Y yo empeñé el chasquido de los mistos por el poco cuero de mis suelas
Y por el último regalo nuevo a mi prometida de las afueras.
Mamá tiene las manos vendadas
Y un cuervo ha secuestrado al espíritu de papá
Y lo ha escondido entre las ramas.
Miguelito hace viajes al hospital
Pero estará bien pronto, estoy seguro.

Vendrán tiempos mejores, y los limpiabotas y los de correos
Tocaran la campana lanzándoles monedas de a uno.
Y yo podré comprar la vaca con más manchas y más gorda de todo el verde norte
Y te la regalaré.
Para sentarnos a su sombra
Y engancharnos a sus tetas toda la tarde.
Hasta tener la barriga hinchada
Y la boca llena de un olor penetrante a nata.
Hasta que una gota resbale del cielo.
Se te empañe la mirada y el pecho de estrellas.
Te quite la camiseta.
Y la hierba se duerma por el peso de las espaldas.

-Dimas- Tambien conocido por su abuelo como “Sirigüelas”

A PROPÓSITO DE...Presten atención a toda historia que parezca un cuento
Depués de todo ¿Quién no quiso recorrer el tiempo?

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