Yo sabía que no era bueno mirar eso que no quería ver.
Yo sabía que no era bueno echar de menos eso que quería echar de más.
Yo quería dejar de soñar o volcarme en mis sueños para siempre, pero no mantenerme entre Suiza y Budapest, sin saber hacia donde tirar.
Yo quería imaginar el tono de mis días y componer mis dialogos de primavera:
- Creo que me gustas.
* Yo también pero...
- Ya, calla..
* Bésame.
Y entonces dejé Budapest y regresé a Suiza y nunca supe si le llegué a besar.
Mola el rollo de Budapest y Suiza
ResponderEliminarConvertir a Budapest en una realidad no tiene que ser tan difícil.
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