lunes, 8 de julio de 2013

Soñad, insensatos.

Tras dejar atrás el tono tenue del adormilamiento, cayó en la oscuridad más absoluta del sueño. Era aquí cuando, normalmente, ya no podía dar marcha atrás, y tanto sus pensamientos como sus sentimientos afloraban y circulaban a su antojo. Y esta vez no fue una excepción. Fue todo un desbordamiento, con un incierto orden, pero orden al fin y al cabo.
Soñó sólo con un día perfecto, luego con todas las tardes de domingo.
Soñó con muchas chicas con forma de cisne, con un humanizado gato y su pareja blanca en segundo plano.
Soñó -y sintió- un dolor de cabeza, seguido de otro menos intenso.
Soñó con espirotosas relaciones, y con otras rociadas de agua helada.
Soñó con su música preferida, y con otra que no lo era tanto.
Soñó con el único animal que le parecía bonito.
Soñó en blanco y negro, y también en metrocolor -que no era tan brillante como el technicolor, pero con el que le bastaba-.
Soñó con la Gardner sin reconocer su bellísima cara, aunque olió que era ella.
Soñó sin efectos especiales, y con otros efectos que estaban por inventarse.
Soñó con unos ojos violetas, que nunca antes había contemplado, con la sensación de que nunca más los iba a volver a ver.
Soñó con el casi inapreciable erizamiento de unos pezones a través de una camiseta poco ceñida.
Soñó con sonrisas dentadas del revés, acompañadas de carcajadas, acompañadas de lágrimas alegres inconsolables.
Soñó con la primera ventana minúscula, algo que le costó más con la última, pese a que podía reconocer sin dudar el paisaje anaranjado con el que bañaba la habitación.
Soñó con las crisis de identidad, si es que se puede soñar al menos con una de ellas.
Soñó con La Melancolía, que era una auténtica zorra con apariencia de mujer, pero que en realidad era un hombre, o vestía como uno.
Soñó con Su Melancolía, y decidió huir de ella, no con el mismo estilo de aquel noble de la campiña inglesa que lo hizo al oír el lejano aleteo del Amor. No. Se enfrentaría cara a cara con su más íntimo interior. A fin de cuentas, la melancolía, cualquier melancolía, la suya también, era más una enfermedad que un estado grisáceo del alma, como lo era el amor, cualquier amor.



3 comentarios:

  1. "Sus colores no eran tan brillantes como los del Technicolor." le has robado esa frase a la Wikipedia?
    buen poema y buena foto
    podria ser la chica más guapa del mundo

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  2. tampoco pretendo esconder mis fuentes XD
    y no es un poema, lo he puesto de esta forma para que no te canses solo con ver un párrafo largo... aunque puede que en espíritu sí sea un poema

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  3. Acabo de hacer un poema en prosa. Ahora te lo paso

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