Cosas que ahora te contaría quedan muertas de nacimiento.
Echo de menos que me arropes ante los terremotos.
El puente, en la madrugada, se siente más frío sin ti.
Y en las noches en las que se empieza a derrumbar
ya no te veo al otro lado animándome a seguir corriendo.
Qué difícil es ahora intentar vivir y qué fácil sería dejarse vencer.
Siempre pensé que en las derrotas existía un elixir agridulce
parecido a la morfina que adormece el dolor.
Alivia las punzadas de la batalla
y relaja el tormento que produce la sombra de la muerte.
Y si no estás tú para luchar por el calor de mis mejillas,
¿no sería maravilloso abrazarlo cuanto antes?
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