miércoles, 30 de octubre de 2013

Puentes en los que tú no estás.



Cosas que ahora te contaría quedan muertas de nacimiento.
Echo de menos que me arropes ante los terremotos.
El puente, en la madrugada, se siente más frío sin ti.
Y en las noches en las que se empieza a derrumbar
ya no te veo al otro lado animándome a seguir corriendo.

Qué difícil es ahora intentar vivir y qué fácil sería dejarse vencer.

Siempre pensé que en las derrotas existía un elixir agridulce
parecido a la morfina que adormece el dolor.
Alivia las punzadas de la batalla
y relaja el tormento que produce la sombra de la muerte.
Y si no estás tú para luchar por el calor de mis mejillas,
¿no sería maravilloso abrazarlo cuanto antes?

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