martes, 10 de marzo de 2009

sin titulo

Diapositivas en tecnicolor y cantos de sirena. Así fue la película de su vida, proyectada en su mente durante los interminables segundos que duró el incidente. Transcurridos varios minutos después del suceso, en los que no hizo otra cosa que comprobar si seguía de una pieza, decidió preguntar a la chica cómo se encontraba, pues allí seguía, de ello estaba seguro (quizás de lo único).
- ¿Cómo estás? -, dijo. Estas palabras resonaron con un eco ensordecedor, dado el silencio sepulcral que imperaba en aquel lugar. No respondió.
- ¿Cómo estás? -, volvió a preguntar, esta vez con serias dificultades. Un quedo y estremecedor sollozo fue la respuesta.
Él, temeroso ahora, dudando de si ella seguía con vida, desconociendo el motivo de esta sorprendente preocupación - teniendo en cuenta lo acaecido dos días atrás-, se quiso incorporar, pero no pudo. Se encontraba aturdido por el golpe. Se tocó la sien. Notó la sangre fluir a borbotones a través de una profunda herida. Volvió a preguntar, casi suplicar, esta vez con un afónico susurro:
- ¿Cómo estás? -. La respuesta, la oscuridad, nada más. Poco después se desvaneció.

P.D.: Cuál os gusta más: éste o el anterior mío? (posible certamen a la vista)

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