miércoles, 15 de diciembre de 2010

Por propia voluntad


- ¿Recuerdas las mañanas frescas de primavera y su albor fulgurando en la hierba? ¿Recuerdas aquellas tardes de verano, cargadas de agua, tierra y libertad? ¿Recuerdas las hojas cayendo al otro lado de la ventana, hinchándose hasta parecer esponjosas? ¿Y qué hay de las obligadas siestas invernales?
- Sí, lo recuerdo, ¿por qué lo di...?
- ¿Y recuerdas la riña que tuvimos con aquellos maleantes que vinieron de detrás del sol? ¿Recuerdas las naranjas estallando en sus cabezas? ¿Llegaste a diferenciar el crepúsculo de los gajos despedazados? ¿Y el contraataque que le siguió?
- Sí, lo recuerdo, ¿por qué lo dices?
- ¿Serías capaz de olvidar algo por propia voluntad?
- No sé. Sí, si me dices cómo.
- Te lo diré. Pero antes yo tengo que acabar con él.
- ¿Con quién?
- Conmigo, con lo que queda de aquel que vivió todo eso.
- ¿Por qué?
- Ya es hora.
- ¿Y yo?
- También vas a acabar con ella, contigo.
- Pero, ¿cómo?... ¿Oye? ¿Sigues ahí?
- Eh...
- ¡Oye!
- Eh... ¿qué? ¡Ah, sí!... acabo de terminar. ¿Me permites?
- ¿Qué hago?
- Sólo asiente con la cabeza cuando dejes de escucharme.

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